Mientras trabajaba en el proyecto ‘Otoño en Nueva York’, me acompañaron la lectura de los versos de Federico García Lorca.
El poema ‘Vals en las ramas’ es el que escogí para bordar algunos de sus versos. Algunos otros que añadiría de su libro ‘Poeta en Nueva York’ son:
“El leñador no sabe cuándo expiran
los clamoroso árboles que corta.” (El rey de Harlem)
“¡Cómo escupe veneno del bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!” (Danza de la muerte)
“Ese río grande.
Esa brisa de límites oscuros.
…
y estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura” (Navidad en el Hudson)
Si quieres escuchar algunos de estos poemas musicados por varios artistas, no te pierdas ‘Poetas en Nueva York’.
Esos días me estuvo acompañando la guitarra de Vicente Amigo, en su maravilloso disco Tierra. Allí escribe estas palabras: “El origen y destino de este trabajo es el abrazo entre los pueblos de la Tierra a través de sus músicas. No existen lindes para el Amor”. Ea!
Y conocí un poco más a los árboles de donde proceden las hojas del parque Riverside, en las páginas ilustradas de ‘Remarkable Plants’.
Han reposado un año en la oscuridad, atrapadas entre papeles, tras ser recogidas del suelo del parque Riverside de Nueva York. Han vuelto a la luz, me han acompañado un tiempo y han encontrado un sitio. Vuelven a colgar, unidas a un tejido donde cómo te llamas no importa. Ahora forman parte de un nuevo árbol, tejido y bordado con mis manos. El árbol de la diversidad.
Capa sobre capa, voy formando la corteza que descubrirá lo que guarda en su interior, la vida.
Hay encuentros, uniones… El camino que siguieron al caer de su árbol.
Huellas…
Las hojas se desprenden
despedidas inevitables
en el otoño.
En movimiento, al son de un vals de Lorca:
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Hoy es el día del Amor. Para celebrarlo he tejido una piedra con un mensaje bordado.
Poco a poco iré incorporando nuevas piedras mensajeras que irán construyendo mi proyecto “La Sabiduría de las Piedras”.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Una de las hojas de roble que recogí en el parque Riverside de Nueva York me ha hecho recorrer de nuevo sus caminos.
El roble es un árbol de gran fortaleza y sus hojas me parecen de una delicadeza exquisita. El paso del tiempo desconectadas del árbol las ha hecho frágiles.
Las hojas forman parte del tejido del bosque. Un bosque de hilos diversos. Mi caminar disperso deja puntadas en el mullido y cálido suelo que he trabajado con mis manos, hasta encontrarla a ella entre tantas. Deshace el enredo, me uno a ella, viaja conmigo, ahora es mi recordatorio para esos momentos en los que parece que no se puede.
Cuando caminas en todas direcciones te encuentras con lo esperado y lo inesperado.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
La hoja de arce que recogí del suelo en el parque Riverside de Nueva York era de un color amarillo intenso. Esperé un año y vi su transformación.
Ahora, de un color marrón tostado, se ha vuelto más frágil. Encierra recuerdos del paso del tiempo suspendida en el aire, observando a los visitantes del parque. Me habla de la unión que tenía a su árbol. La separación era inevitable, el otoño había llegado.
He bordado esos recuerdos, unos primaverales, otros de verano… He suturado dolorosamente las grietas del abandono, ahora cicatrices. Y recordando el color dorado de su despedida, la he anudado a un hilo, para siempre. Conectada.
Y he bordado las palabras susurradas al encontrarla de nuevo.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
La hoja de Ginkgo biloba que recogí en el parque Riverside de Nueva York me ha hablado de ESPERANZA. Una gran palabra que encierra el último eco de la vida. Es la que te dice ‘puede ser’.
De esa hoja que del verde claro va mudando al amarillo en otoño, destilan las puntadas que poco a poco van formando las cadenetas que te unirán a la esperanza como un cordón umbilical. Da igual que lo corten al nacer, el vínculo sigue ahí. Pero ese vínculo hay que cuidarlo, porque si llega el día en que lo olvidas, estarás perdido.
El Ginkgo biloba es un árbol único en el mundo, le llaman El Gran Superviviente. Puede vivir miles de años. Es originario de la China, donde se dice que representa la dualidad del mundo y es utilizado en su medicina tradicional.
En Hiroshima es un símbolo de renacimiento, ya que dos años después de la bomba y muy cerca del epicentro de la explosión empezaron a brotar los restos de un carbonizado Ginkgo . Por eso, el Ginkgo es portador de esperanza.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Siempre hay piedras en el camino, pero…
Esta piedra la pudiste ver y tocar en ÚNIC.
Si quieres ver otras piedras tejidas, visita ‘Decorating stones’.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
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Empezaré por el final, el remate del proyecto ‘Otoño en Nueva York’. Y no podía ser de otra manera que con unos versos de Federico García Lorca, en el año que se cumplen 80 de su asesinato y todavía no ha sido encontrado su cuerpo.
Palabras que forman parte del poema ‘Vals en las ramas’, escritas en la granadina Huerta de San Vicente en 1931 pero que acabarían incluidas en ‘Poeta en Nueva York’. Las he querido bordar con los colores del otoño, para que acompañen a las hojas que recogí en el parque Riverside, por donde paseó Lorca en 1929.
Si quieres conocer la historia de cómo se editó y publicó ‘Poeta en Nueva York’ al detalle, no te pierdas esta edición.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Hace un año paseaba por el parque Riverside de Nueva York, recordando a Lorca.
Me encantan los árboles y observar el lenguaje de sus hojas caídas en otoño. A veces se forman unos collages de bonito colorido en el suelo.
No pude resistirme y recogí algunas de ellas. Nunca sé quién es quién, pero no importa su nombre y apellido, cada una es y tiene su historia.
Las guardé entre unas hojas de papel y después de un año conmigo en la isla, las he sacado de su encierro. Su color y textura han cambiado, ahora son aún más frágiles.
Quiero que sigan conmigo, como un recuerdo de aquel caminar una mañana de otoño por un parque de una gran ciudad y que en otro tiempo paseó un gran poeta.
Las quiero arropar con suave fieltro, envolverlas con delicado mohair…
Tras el reencuentro, estamos conociéndonos, a la espera del momento adecuado para que mis manos conecten las diferentes materias. Mientras, les leo poemas en voz alta.