Han reposado un año en la oscuridad, atrapadas entre papeles, tras ser recogidas del suelo del parque Riverside de Nueva York. Han vuelto a la luz, me han acompañado un tiempo y han encontrado un sitio. Vuelven a colgar, unidas a un tejido donde cómo te llamas no importa. Ahora forman parte de un nuevo árbol, tejido y bordado con mis manos. El árbol de la diversidad.
Capa sobre capa, voy formando la corteza que descubrirá lo que guarda en su interior, la vida.
Hay encuentros, uniones… El camino que siguieron al caer de su árbol.
Huellas…
Las hojas se desprenden
despedidas inevitables
en el otoño.
En movimiento, al son de un vals de Lorca:
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Una de las hojas de roble que recogí en el parque Riverside de Nueva York me ha hecho recorrer de nuevo sus caminos.
El roble es un árbol de gran fortaleza y sus hojas me parecen de una delicadeza exquisita. El paso del tiempo desconectadas del árbol las ha hecho frágiles.
Las hojas forman parte del tejido del bosque. Un bosque de hilos diversos. Mi caminar disperso deja puntadas en el mullido y cálido suelo que he trabajado con mis manos, hasta encontrarla a ella entre tantas. Deshace el enredo, me uno a ella, viaja conmigo, ahora es mi recordatorio para esos momentos en los que parece que no se puede.
Cuando caminas en todas direcciones te encuentras con lo esperado y lo inesperado.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
La hoja de arce que recogí del suelo en el parque Riverside de Nueva York era de un color amarillo intenso. Esperé un año y vi su transformación.
Ahora, de un color marrón tostado, se ha vuelto más frágil. Encierra recuerdos del paso del tiempo suspendida en el aire, observando a los visitantes del parque. Me habla de la unión que tenía a su árbol. La separación era inevitable, el otoño había llegado.
He bordado esos recuerdos, unos primaverales, otros de verano… He suturado dolorosamente las grietas del abandono, ahora cicatrices. Y recordando el color dorado de su despedida, la he anudado a un hilo, para siempre. Conectada.
Y he bordado las palabras susurradas al encontrarla de nuevo.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
La hoja de Ginkgo biloba que recogí en el parque Riverside de Nueva York me ha hablado de ESPERANZA. Una gran palabra que encierra el último eco de la vida. Es la que te dice ‘puede ser’.
De esa hoja que del verde claro va mudando al amarillo en otoño, destilan las puntadas que poco a poco van formando las cadenetas que te unirán a la esperanza como un cordón umbilical. Da igual que lo corten al nacer, el vínculo sigue ahí. Pero ese vínculo hay que cuidarlo, porque si llega el día en que lo olvidas, estarás perdido.
El Ginkgo biloba es un árbol único en el mundo, le llaman El Gran Superviviente. Puede vivir miles de años. Es originario de la China, donde se dice que representa la dualidad del mundo y es utilizado en su medicina tradicional.
En Hiroshima es un símbolo de renacimiento, ya que dos años después de la bomba y muy cerca del epicentro de la explosión empezaron a brotar los restos de un carbonizado Ginkgo . Por eso, el Ginkgo es portador de esperanza.
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]