Recuperando más lanas, he tejido algún cuadrado más y los he cosido a los que ya tenía unidos. Y para rematar la manta, he combinado el rojizo y marrón oscuro por todo el perímetro.
Un detalle del borde y de las uniones de los cuadrados.
¡Lista para el invierno!
[lang_es]100% Hecho a mano con cariño en Mallorca[/lang_es]
[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Me encantan los cuentos. Prefiero que me los narren oralmente, pero también los leo y alguna que otra vez los hablo. El pequeño libro “Mucha gente pequeña” de Gustavo Duch tiene mucha chicha y nada de desperdicio.
Te dejo un extracto del relato “Abrigar” donde en un pequeño pueblo tejen juntos contra un frío repentino, muy frío, demasiado frío… Tendrás que leerlo para saber de estas gentes.
“Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños , cultivarán pequeños huertos… que alimentarán al mundo” (Adaptación de Gustavo Duch de un proverbio africano)
Sigo reciclando sobras de lanas, algodones, mohairs… Pero esta vez en verdes.
He tejido mi pequeño jardín de plantas suculentas, a las que no hay que regar, siempre estarán igual de bellas y a las que la gata Luna podrá acercarse sin peligro.
Eso sí, les hablaré y lanzaré piropos. Y música no les faltará.
Las macetas me gusta que sean de barro, sin adornos, que no le quiten el protagonismo a la planta. A las más grandes les he tejido un pequeño tapete. Y las he colocado sobre una repisa de madera que cuelga de la pared mediante unas tiras también de ganchillo.
¿Te animas a crear tu jardín? ¿Quieres aprender? ¿Prefieres que te teja uno?
También puedes ir colocando las macetas sobre pequeñas tablas de madera sujetadas en las persianas mallorquinas de las ventanas. Sería un jardín escalonado.
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[lang_en]100% Handmade with love in Mallorca[/lang_en]
Ya me gustaron las ilustraciones de Sara Morante en el libro ‘Los diarios de Adán y Eva’ de Mark Twain. Ahora, además de ilustrar, nos cuenta las vidas de los habitantes de un edificio muy particular. En ‘La vida de las paredes’ nos revela algunos de los secretos más íntimos de estas personas. Me he quedado con ganas de saber más.
“Se sorprendió de no encontrar allí a Carmen, que de costumbre estaba a esas horas con la labor de ganchillo, el vaso de quina y un puchero marcando las horas.”
En estas páginas vemos a María, la bordadora. No te pierdas su historia y la de sus vecinos. No quiero desvelar nada más, ya me dirás cuál te ha gustado más.
Hace unos días te comenté lo que estaba tejiendo con algunos restos de lana. El tono rojizo que he añadido a los cuadrados para unirlos cambia totalmente su aspecto. ¿Cómo te gustan más?
Una vez tengo todos los cuadrados listos, hay que volver a jugar a las combinaciones ya que son todos diferentes. Después de colocarlos, moverlos de posición varias veces, así es como quedó el orden definitivo.
Y ahora toca una de las tareas que menos me gusta, unir todos los cuadrados. Aunque es muy gratificante ver como va tomando forma el proyecto.
Hay varias maneras de hacer la unión con el ganchillo. Pero a mi me gusta más cosiéndolos, de manera que quede totalmente plana la manta y la forma en que lo hago dibujo un pequeño camino entre los cuadrados. ¿Cuál es tu preferida?
Ahora tengo que decidir si dejo esta mini manta pendiente de ir añadiendo más restos de lanas para que vaya creciendo o si sigo tejiendo todo el perímetro con la lana rojiza que me sobra…
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La pasada primavera estuve tejiendo flores, de diferentes formas y colores. Pero me centré en ir (des)hojando margaritas blancas, mis preferidas, porque tenía en mente un proyecto que sigue siendo un boceto.
Esas margaritas han estado en mi mesa de trabajo desde entonces. Y al verlas, pensé en que cada una de ellas era única. Y de ese pensamiento surgió esta postal.
Se la dedico a todas las “margaritas” que hay en este mundo.
La flor la he tejido con hilo de algodón, el tallo y las letras son pintadas a mano y el papel está producido de manera artesanal en la India y es de comercio justo.
Si quieres una, contacta conmigo.
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¿Qué haces con los restos de lanas que vas acumulando?
Yo me he puesto a jugar a las combinaciones de colores con los típicos cuadrados de ganchillo.
Hacer estos cuadrados es como repetir un mantra. Si eres de las que su cabecita no descansa, te lo recomiendo, consigues abstraerte.
También son ideales para tejer en compañía, ya que es difícil perderse, siempre interviene el número tres. Y si te pierdes, es fácil encontrar el camino para seguir avanzando.
El viernes me los llevé al OPENKnits de Tatiana y empecé a tejerles a todos una vuelta más con un tono rojizo para después unirlos. Me dijeron que tejía con los colores del bosque.
Son los restos de lana de una manta que tejí hace algún tiempo y he añadido alguna sobra más.
No he repetido ningún orden en la combinación de colores.
¿Qué te parece? No alcanzará para una manta, pero habrá que seguir sumando.
Ya te explicaré qué hago con los restos de los restos.
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Cuando el típico tapete tejido a ganchillo se convierte en mandala…
Veo los llamados mandalas de ganchillo y me vienen a la memoria las tardes calurosas de verano en el pueblo cuando era una chiquilla. Mientras algunos hacían la siesta, sentada en la mesa camilla estaba mi prima Belén dándole al ganchillo a una velocidad de vértigo tejiendo tapetes infinitos.
¿En qué se han convertido esos tapetes de toda la vida?
Para hacerlo más ‘cool’ ahora se montan sobre bastidores y se les llama mandalas.
No he podido resistirme y he hecho este par de tapetes idénticos pero jugando con los colores. He cogido un pequeño bastidor cerrado, he separado las dos piezas y he cubierto la madera tejiéndole con el mismo hilo de cada tapete para así poder unirlo mejor.
Ahora los puedo llamar mandalas, aunque no tengan nada que ver con ellos. No olvidemos que un mandala en el hinduismo y en el budismo, y según nuestro diccionario, “es un dibujo complejo, generalmente circular, que representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la meditación”. Y en lugar de ponerlos sobre la mesa, los cuelgo en la pared. ¿Qué te parece?
Si lo utilizas como técnica de relajación es perfecto, como lo es el acto de tejer en sí mismo. Pero además lo haces en círculo que le puedes dar múltiples significados espirituales. Y si le añades la combinación de colores, nos metemos en el mundo de las emociones. Eso sí, te recomiendo que no utilices patrón. Coge todas tus lanas de colores y haz que tu sentir te guíe en el tejer, qué punto te apetece hacer en cada vuelta, no te pongas límites, escoge el color en cada momentos y déjate llevar… ¡Medita tejiendo tapetes!
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El título de este libro me repelía de su lectura, hasta que mi librera insistió en que no le hiciese caso, que me gustará leer Una madre.
Y así ha sido. Me ha encantado la historia, sus personajes y como Alejandro Palomas nos los va dando a conocer. Con él me he reído y también se me han caído unos cuantos lagrimones, de esos que son muy salados.
Una madre es Amalia y su familia, los que están y los que ya no están. Ella no sólo une los cuadrados que va tejiendo para confeccionar una manta que se convertirá en abrazos, también teje con hilos invisibles uniones que serán irrompibles.
Como no hay manera de ver llover por estas tierras… Me he pintado la lluvia.
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