Mientras trabajaba en el proyecto ‘Otoño en Nueva York’, me acompañaron la lectura de los versos de Federico García Lorca.
El poema ‘Vals en las ramas’ es el que escogí para bordar algunos de sus versos. Algunos otros que añadiría de su libro ‘Poeta en Nueva York’ son:
“El leñador no sabe cuándo expiran
los clamoroso árboles que corta.” (El rey de Harlem)
“¡Cómo escupe veneno del bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!” (Danza de la muerte)
“Ese río grande.
Esa brisa de límites oscuros.
…
y estoy con las manos vacías en el rumor de la desembocadura” (Navidad en el Hudson)
Si quieres escuchar algunos de estos poemas musicados por varios artistas, no te pierdas ‘Poetas en Nueva York’.
Esos días me estuvo acompañando la guitarra de Vicente Amigo, en su maravilloso disco Tierra. Allí escribe estas palabras: “El origen y destino de este trabajo es el abrazo entre los pueblos de la Tierra a través de sus músicas. No existen lindes para el Amor”. Ea!
Y conocí un poco más a los árboles de donde proceden las hojas del parque Riverside, en las páginas ilustradas de ‘Remarkable Plants’.
Tenía ganas de leer a Patti Smith. Así que empecé por su último libro “M Train”. Enganchada.
Como me gustó tanto su manera de escribir, no pude evitar leer “Tejiendo sueños” y sumergirme esta vez en un mundo de ensoñaciones. Irremediablemente me atrajo el título, aunque el original “Woolgathering” le da mucho más sentido.
Leer a Patti Smith me ha hecho sentir menos rara.
Empezaré por el final, el remate del proyecto ‘Otoño en Nueva York’. Y no podía ser de otra manera que con unos versos de Federico García Lorca, en el año que se cumplen 80 de su asesinato y todavía no ha sido encontrado su cuerpo.
Palabras que forman parte del poema ‘Vals en las ramas’, escritas en la granadina Huerta de San Vicente en 1931 pero que acabarían incluidas en ‘Poeta en Nueva York’. Las he querido bordar con los colores del otoño, para que acompañen a las hojas que recogí en el parque Riverside, por donde paseó Lorca en 1929.
Si quieres conocer la historia de cómo se editó y publicó ‘Poeta en Nueva York’ al detalle, no te pierdas esta edición.
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Truman Capote me había dejado un regusto amargo al ser incapaz de terminar de leer “A sangre fría”. Pero me encantaron sus “Retratos” de Marlon Brando, Marilyn Monroe y Tenessee Williams. Al ver la bonita edición ilustrada de “Desayuno en Tiffany’s”, volví a pensar en Capote y me lancé a su lectura.
El hecho de haber visto la película “Desayuno con diamantes” varias veces hace que vuelvas a sus fotogramas inevitablemente, cuesta separarte de su recuerdo. Como ver a Audrey Hepburn tejiendo un jersey infinito con dos agujas. Cosa que no ocurre nunca en el libro de Capote. No es Holly quien teje, sino Mag. Hay diferencias libro-película muy interesantes.
La lectura ha sido una grata sorpresa. Me ha gustado como está escrito y la historia gana con creces a la manipulada de la película. Y además he disfrutado con las bellas ilustraciones de Karen Klassen, que nos regala algún detalle ganchillero.
Aunque por ahora no retomaré la lectura de “A sangre fría”, me he reconciliado con Capote.
He leído varios libros de Virginia Woolf, pero nunca hasta ahora “Un cuarto propio”. Es un ensayo escrito en 1929 y me ha resultado sorprendente la importancia de su lectura en 2016. No voy a decir nada más, solo léelo si todavía no lo has hecho.
Una traducción de Jorge Luis Borges, delicadamente acompañada de ilustraciones de Becca Stadtlander.
He vuelto a viajar al Kailash, pero esta vez a través de la lectura, con las palabras y vivencias de Colin Thubron en su libro “Hacia una montaña en el Tíbet”.
Un maestro de mediana edad, nacido en la provincia de Humla, le cuenta:
Leyéndole he sabido que la ciudad de Taklakot fue la capital del reino tibetano independiente hace mil años. Y que los tibetanos drokpa de la región intercambiaban lana y sal.
Esta es una foto que hice al monte Kailash (6.714m) en 2011. En tibetano se le llama Kang Rinpoche, preciosa joya de nieve.
Y la de unos animalillos muy especiales al inicio del kora.
Si te apetece viajar al Tíbet a través de mis fotos, puedes recorrer mi álbum. Te podrás encontrar por el camino algunos compañeros de viaje que reconocerás enseguida.
Me encantan los cuentos. Prefiero que me los narren oralmente, pero también los leo y alguna que otra vez los hablo. El pequeño libro “Mucha gente pequeña” de Gustavo Duch tiene mucha chicha y nada de desperdicio.
Te dejo un extracto del relato “Abrigar” donde en un pequeño pueblo tejen juntos contra un frío repentino, muy frío, demasiado frío… Tendrás que leerlo para saber de estas gentes.
“Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños , cultivarán pequeños huertos… que alimentarán al mundo” (Adaptación de Gustavo Duch de un proverbio africano)
Ya me gustaron las ilustraciones de Sara Morante en el libro ‘Los diarios de Adán y Eva’ de Mark Twain. Ahora, además de ilustrar, nos cuenta las vidas de los habitantes de un edificio muy particular. En ‘La vida de las paredes’ nos revela algunos de los secretos más íntimos de estas personas. Me he quedado con ganas de saber más.
“Se sorprendió de no encontrar allí a Carmen, que de costumbre estaba a esas horas con la labor de ganchillo, el vaso de quina y un puchero marcando las horas.”
En estas páginas vemos a María, la bordadora. No te pierdas su historia y la de sus vecinos. No quiero desvelar nada más, ya me dirás cuál te ha gustado más.
El título de este libro me repelía de su lectura, hasta que mi librera insistió en que no le hiciese caso, que me gustará leer Una madre.
Y así ha sido. Me ha encantado la historia, sus personajes y como Alejandro Palomas nos los va dando a conocer. Con él me he reído y también se me han caído unos cuantos lagrimones, de esos que son muy salados.
Una madre es Amalia y su familia, los que están y los que ya no están. Ella no sólo une los cuadrados que va tejiendo para confeccionar una manta que se convertirá en abrazos, también teje con hilos invisibles uniones que serán irrompibles.
He capturado esta imagen de la pantalla porque me conmovió cuando la vi, todo lo que representa. No se trata únicamente de un grupo de mujeres tejiendo una colcha.
Todas ellas esperan noticias de una amiga muy querida, esperan la llamada del hospital. Es una noche interminable, la incertidumbre, el desespero de saber qué va a pasar, una espera intranquila, el tiempo pasa lentamente… Pero se han reunido en silencio y se han concentrado en la tarea de unir cada uno de los cuadrados que han ido tejiendo. No es necesario hablar, sobran las palabras. Comparten la espera ocupando sus manos para crear algo que tiene muchos sentidos: El motivo de iniciar la colcha, el involucrarse todo el grupo para alcanzar un objetivo, el compartir, el efecto de tejer y unir cada pedazo, el resultado final, lo que significa para cada una de ellas, la unión… Hay mucha belleza.
Estas imágenes pertenecen al capítulo 1 (‘Why did I ever start this?’) de la temporada 2 de la serie ‘Call the Midwife’ de la BBC.
Es una serie llena de humanidad, rebosa emociones, muestra sentimientos… La belleza de la vida con su luz y su oscuridad. Una serie con personajes muy bien desarrollados. Está basada en la historia real de Jennifer Worth y que nos dejó escrita en tres libros. Me he leído el primero y he vuelto a disfrutar y emocionarme con la historia de estas mujeres.
No te pierdas ¡Llama a La Comadrona!